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Situaciones inesperadas que nos sorprenden.

Lugares y momentos donde uno jamás imaginó estar.

Fue un antes y un después de mi cara a cara con una larga enfermedad. Una etapa de mucho dolor físico, incertidumbre y certeza en los diagnósticos.

De pronto encontré a mis dias concentrados en una conexión intensa conmigo misma, más allá de los afectos que me rodeaban.

Mirando hacia atrás nunca tuve tanta PAZ interior y lucidez como en esa situación limite. 

Y ante la amenaza de no saber si me quedaba mucho tiempo por vivir, entre hospitales, reposo y sesiones de rayos y quimio comencé a pensar qué cosas realmente me gustaban y que me gustaria hacer cuando me curara.

La sala de radioterapia, nada más oscuro que eso, el gris silencio, caras tristes, esperanzadas y resignadas. Y siempre éramos los mismos. Se necesitaba algo tan simple como LUZ.

Recordé que en algún momento habia aprendido a hacer velas, y me apasionaba. Sin embargo el trabajo de oficina era el ladrón de mi tesoro más preciado: El tiempo.

Y ahi, exactamente regresé a ellas. Recuperé los elementos que bien guardados estaban y empecé a hacer velas para mis compañeros de radioterapia, mi familia, la familia de ellos y todos los que nos acompañaban con el cariño y la CALIDEZ de siempre.

El aroma de la cera caliente perfumada era y es un bálsamo para mi. Los días pasaron y cuando finalmente me dieron el alta, el proyecto ya tenia forma y color en Buenos Aires, Argentina.

Sin embargo, el sueño se hizo más profundo aún. Necesitaba hacer velas cerca del MAR, para no olvidarme de quién soy y de dónde vengo. Aquí estoy, diez años después. Donde nació mi abuelo. En las Islas Baleares. El en Ibiza, yo en la isla de MENORCA.

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